lunes, 3 de junio de 2013

La nueva Izquierda



Mucho tenemos que cambiar, mucho perdón hay que pedir, no podeos echarle solo la culpa al pueblo español de la desconfianza en el partido, puesto que la perdida de sueldo y de competitividad también nos afecto a nosotros, somos de izquierdas y hemos dejado que nuestro salario mínimo sea una basura con respecto a los Europeos, hemos dejado que empresarios campen a sus anchas dejando deudas multimillonarias y sin el control que se debía haber echo sobre ellos, y sobre todo le hemos dado unas facilidades a la banca que no se les ha dado en ningún lugar del mundo.

La política es mas fácil que todo esto, la gente solo busca que alguien pida perdón por lo que ha ocurrido, y que se cambien caras, que salgan nuevas generaciones y que sus maestros sean los que tanto saben de política, pero que como ellos saben que su imagen se deteriora con los años, ya no podemos mantener a los actuales, debe de haber un cambio radical, que no significa dar un paso atrás, sino que el que este ahora empuje a las nuevas generaciones hacia delante.

Otras imágenes, otros rostros, otras personas, pero la misma idea el Socialismo, los datos me dan la razón, sino hay cambio no ganaremos la elecciones. Y es tan sencillo como que la derecha tiene un voto fiel, que siempre lo tendrá la derecha rancia y ahora están apoyados por los indecisos y los votos que pierden se van a UPYD que se convierte en el pez que se maneja entre dos ríos, sin dar pistas de su ideología y captando gente de un lado y otro, estos si son un verdadero peligro, pues son derecha rancia con piel de cordero.

Desde mi humilde rincón le pido a Rubalcaba un cambio, el cambio de imagen, como el que se hace en una empresa para reactivar sus artículos, hagamos una nueva izquierda socialista, donde entremos todos, empecemos a pedir perdón por nuestros propios errores y que el pueblo se de cuenta de que el socialismo si sabe equivocarse y pedirlo, y hundamos a este gobierno con la palabra sin la violencia y con la ironía, porque es lo único que nos define a los inteligentes.

Cinco Días, los Empresarios, suben costes mientras se pide la disminución del salario base.


Los tres últimos años de moderación salarial y de contracción de los costes laborales unitarios empujados por la fuerte destrucción de empleo empiezan a dar frutos. Empiezan a recomponer la competitividad comercial de España, que ofrece ya superávit de bienes con la Unión Europea, y una mejora muy importante en servicios no turísticos.
Los costes laborales unitarios encadenan ya tres años completos de descensos (de 2010 a 2012), que se mantendrán también en este ejercicio, tras haber subido de forma ininterrumpida hasta 2009 todos los años desde que arrancó el siglo. De 2001 a 2009 las subidas acumuladas son del 30,03%, nada menos que un 3,33% cada año. Sin embargo, los descensos acumulados en los tres últimos años llegan al 6,8% (un 2,26% cada ejercicio de media).
Así, el balance de los doce primeros años del siglo, que en la práctica coinciden con la permanencia de España en el euro, es de un avance de los costes laborales unitarios del 23,23%, con una subida media anual del 1,93%, según los datos del Banco de España y Eurostat.
Los competidores más directos de España, los países que conforman la UME, han registrado en los doce años primeros del siglo un avance del 20,36%, con una media anual de avance del 1,69%. Europa ha experimentado un ritmo más contenido en los avances de los costes, pero han crecido todos los años, con la única excepción de 2010, en que cayeron un 0,7%. En el último año completo registrado, 2012, mientras en España los costes unitarios caían un 3,4%, en la zona euro avanzaban un 1,7%.
El saldo del comportamiento de esta variable desde que arrancó la moneda única sigue perjudicando a España, aunque ya de forma muy residual. Sus costes laborales acumulan tres puntos más que en los competidores, lo que supone que prácticamente el diferencial ha sido absorbido en los últimos ejercicios.
Este extraordinario ejercicio de devaluación interna de costes ha propiciado que la competitividad de España frente a la Unión Europea y la zona euro medida exclusivamente con los costes laborales se haya recompuesto plenamente. De hecho, el deterioro frente a los 27 miembros de la UE había acumulado doce puntos hasta 2009 desde el principio del siglo y ahora España ha recuperado toda la pérdida e incluso ha mejorado tres puntos adicionales. Con la zona euro el mayor diferencial en contra de España se alcanzó en 2007, justo antes de comenzar la crisis, y ha sido absorbido íntregramente y España es ahora dos puntos más competitiva que los países con los que comparte euro.
Pero la competitividad no se mide únicamente en costes laborales, pese a que en el caso de la zona euro no haya diferenciales imputables al movimiento de las divisas. En el índice de competitividad cuantificado con los precios industriales (precios de producción) España conserva una desventaja de más de once puntos acumulados desde el arranque del siglo tanto frente a la Unión Europea como a la eurozona. Tomando la referencia de los precios de consumo (precios finales de los productos) la pérdida es ligeramente menor.
En cualquiera de los dos casos España ha perdido, a grandes rasgos, un punto porcentual cada año en materia de precios industriales de los bienes con los que comercia. Un año puede ser insignificante, o incluso dos; pero cuando se acumulan más de diez y una crisis reduce el vigor de la demanda en todos los mercados, los bienes producidos en España se resienten frente a los de la competencia. Es un proceso paulatino que mostró su punto culminante en casi el 10% sobre PIB de déficit por cuenta corriente del año 2008, contabilizando tanto las compras masivas de bienes y servicios del exterior, financiados con entradas de capital vía sistema financiero, como la decreciente venta de bienes y servicios españoles fuera.
El problema está más allá de Europa
En todo caso, donde más alarmante es la pérdida de competitividad es en relación a los mercados ajenos a Europa, ya que los europeos se mitigan por la ausencia de diferencial de tipo de cambio, por la existencia del euro. Pero una comparación con los países desarrollados (los que forman parte de la OCDE), revela que el daño ocasionado por los costes laborales y los precios de producción no laborales, llevados a la factura final de precios de consumo, es alarmante. Así, tomando como base 1999, los costes laborales unitarios han llegado a deteriorar el índice de competitividad en 26,6 puntos en el año 2007, justo al inicio de la crisis. Desde entonces se inició una leve corrección, que se intensificó a partir de 2010 para descender hasta una pérdida de solo 13 puntos. Esto es: España ha corregido la mitad de los excesos generados por los sobrecostes laborales, pero falta aún el resto. El ajuste ha sido de dos puntos y medio cada año desde 2008.

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