Quizá algunos pensareis que tiene esto que ver con el ocultismo,
con la ciencia o la política, pero lo que os voy a escribir es una historia de
un niño que se dio cuenta que la mayoría de los pensamientos que surgían de su
cabeza, no podían ser suyos, porque es imposible saber cosas que nunca te
enseñaron, ni pensar cosas que nunca te dijeron.
Mi hermana que estudio filosofía, dice que el estudio de la
misma te hace aprender sobre todo lo demás, pues un filosofo tiene en su mente
la ciencia del saber, saber sobre todo lo que nos rodea y comprenderlo, pero yo
a eso le sumo la ciencia y el amor al pensar, darle rienda suelta a lo que genéticamente
llevamos en el ADN y no podemos conseguir sacar.
A veces te aparece en los sueños, a veces te viene de
repente, pero siempre hay algo que piensas y que sabes que nadie te enseño o
viste.
Después de esta explicación os diré que con 7 años y estando
en segundo de EGB, nos pusieron un problema matemático de regla de tres, no uno
simple, si no uno compuesto.
Todos sabéis como funciona la regla de tres, te dan tres
resultados que deben de dar un cuarto como incógnita, algo verdaderamente básico,
por supuesto al ser compuesta la regla intervienen mas de tres y se complica el
asunto, lo curioso del caso es que la profesora puso un problema que intentamos
resolver, todos terminamos el problema y la profesora lo definió en la pizarra.
A todos mis compañeros les pareció correcto el resultado,
pero yo tenía uno distinto. Ahora tendréis que meteros en la mente de un niño tímido
de 7 años con una educación en aquella época estricta, levantarse y decir que
aquel resultado estaba mal.
La profesora levanto en cólera, pero yo no me baje de mis
trece, seguramente porque tímido, el que me conozca sabe que también soy cabezón.
Tan cabezón me puse que la profesora llamo a director, una
persona estricta que incluso en la época le pegaba a los alumnos, el director
repaso varias veces el problema y al cabo de varias repeticiones vio que yo
llevaba razón.
Inmediatamente me cambiaron de segundo a tercero con 7 años,
a mediado de curso tuve que ponerme al día en Todo lo relacionado con las
materias que daban en curso superior.
Pero el hecho de ver algunas cosas tan claras me causo un
problema, me hice vago. Creí que con poco esfuerzo, podía sacar un suficiente y
tener tiempo para divertirme, y así fueron pasando los años, con una teoría que
le dio la vuelta a mi vida, pero que jamás la aplico a cosas que merezcan la pena,
porque la regla de tres es aplicable a la vida misma.
Os diría que si fuerais capaces de aplicar la regla de tres
a cualquier dilema, película, trabajo, más la teoría de probabilidades, acertaríais
como si fuerais un vidente, pero solo seria una cuestión matemática.
Os voy a poner un ejemplo si tenéis dos dados, cada uno con
seis resultados, la solución serian doce resultados, esta solución en el
momento que se convierte en un juego, empieza a ser falsa, puesto que jamás si
tiramos dos dados nos darían 12 resultados, si no diez, puesto que cero y uno
no sumarian nunca. Pero además quebraros la cabeza y pensar cual seria el
resultado más común, y dar con la tecla de que si decís un resultado es mas fácil,
que a vez que acertéis cada vez que suméis una tirada, cuantas mas veces tires
mas veces tendrás las oportunidad de acertar, con lo que unimos una regla de tres
con la regla de probabilidades.
Haciendo las dos cosas posiblemente acertaras muchísimas veces,
el problema es que no siempre sucedería.
A esto le llamaríamos el factor miedo, el riesgo que a veces
no corremos porque sabemos que podemos errar en una decisión importante y
pagarlo para siempre, pero os puedo asegurar que sin presión ninguna es más fácil
acertar con esta simple regla.
En el próximo escrito os seguiré contando como fui
esquivando problemas, en muchas etapas
de mi vida, utilizando el pensamiento y no los libros, aunque os puedo asegurar
que para triunfar hace falta algo mas, que quizás sea lo que me falta a mi.
Un buen ejemplo seria sacar un 0 o un 10 en cada examen para
que la media te salga un 5, pero de eso ya hablaremos otro día.
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